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lunes, 16 de junio de 2014

Hablar al pedo, palabra vacía y palabra plena

 

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Para evitar confusiones y delimitar un campo de discusión, empecemos diciendo  que hablar al pedo no se referirá a hablar con el culo, y que el presente escrito no está motivado por grandes preocupaciones académicas, sino por la escucha de muchas pelotudeces juntas en un comercio.

Prosigamos…

Como algunos de uds. sabrán, el lenguaje humano está lleno de equívocos debido a la polisemia inesquivable en la que estamos sumergidos, a la cual además se le suma el bendito inconciente que opera en nuestra fucking subjetividad (que es nuestra subjetividad), y que como si no fuera poco, se encuentra estructurado como el lenguaje. Por lo tanto, somos y utilizamos palabras.

En criollo: nunca decimos solo lo que pensamos que decimos, a veces decimos mas, a veces decimos menos… y muchas veces no decimos nada. A veces hablamos nosotros, a veces hablan otros a través nuestro. A veces nuestras palabras son hijas de nuestro deseo, y a veces nuestra propias frases son mandatos sociales que crean los Otros.

Un chabón psicoanalista llamado Lacan, hacia una distinción entre palabra plena y palabra vacía, a raíz de lo que escuchaba en su consultorio por parte de sus pacientes, y que por supuesto coincide también con lo que se escucha por fuera del consultorio.

La palabra vacía correspondería a lo que nosotros hemos decidido denominar “hablar al pedo”, pero cuyo concepto también puede ser reemplazado por “decir pelotudeces” o “intentar quedar bien todo el tiempo”. Son esas palabras en donde nosotros no estamos.

"el de la palabra vacía, en que el sujeto parece hablar en vano de alguien, que aunque se le pareciese hasta la confusión nunca se unirá a él en la asunción de su deseo". Lacan, J. (1975)

En cambio, la palabra plena corresponde a los que muy salvajemente podemos llamar “responsabilidad subjetiva”. Son esas palabras que si tienen que ver con nuestra mas profunda intimidad, con nuestro deseo, con nuestro ser. Son esas palabras en donde nosotros somos, tienen que ver con nuestra “verdad”.

“¿Pero qué era pues ese llamado del sujeto más allá del vacío de su decir? Llamado a la verdad en un principio, a través del cual titubearán los llamados de necesidades más humildes.” (Lacan)

La dialéctica de la palabra vacía y la palabra plena corresponde por tanto a la dialéctica entre el engaño del yo, que habla, vacíamente, sin saber lo que dice, y la dialéctica de la verdad, en la que el sujeto se acerca (sin idealmente tocarla) a lo que sería su verdad última. (“Dialéctica de la palabra en la experiencia psicoanalítica”, por Mercè Altimir).

A este punto, uds se preguntaran una de estas dos cosas:

  1. ¿Para que carajo se viene con todas estas explicaciones?
  2. ¿Porque “traduce” de forma tan “salvaje” la dialéctica de la palbara en psicoanálisis?

Empiezo contestando la segunda: porque se me cantan los huevos y porque soy dueño de escribir lo que se me ocurre, mas allá de cualquier “academicismo” ayornado con palabras vacías que nadie entiende.

Mientras que con respecto a la primer pregunta, prosigo…

Si bien todos en nuestra caótica y molesta vida vamos alternando entre una y otra modalidad de palabra, realmente pienso (luego existo) que en la modernidad, en pleno auge y adoctrinamiento del modelo neoliberal capitalista nos encontramos diciendo mas y mejores pelotudeces, y con mayor frecuencia que antes.

¿no les da la sensación que ya nadie habla en serio?

¿No sienten que la mayoría de nuestra charlas son superficiales y que cada vez menos tienen que ver con nosotros?

Claramente cada vez hablamos mas al pedo…

¿a caso no es mas verdadera la incertidumbre de un silencio que el despiste de una palabra vacía? Ese engaño que aleja al otro de mi genuino ser, y que nos invita a todos a vivir en un mundo de primacía imaginario, falso, careta…

Si no tenemos nada para decir de nosotros, ¿para que hablamos?… ¿o de quien hablamos?… autoreproches mudados en reproches hacia los otros… proyección de nuestros propios fantasmas….

Sacar el cuero al otro para disfrazarnos nosotros con una piel que no es nuestra…

Ahí escondidos de nuestra propia verdad, yace una falsa sensación de seguridad en donde se refugian los corazones cobardes…

 

Luciano Palacios

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