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viernes, 9 de mayo de 2014

Los pibes, lo político, y lo técnico


Hace ya casi 6 años que vengo trabajando en el campo de intersección entre esos tres que le dan título a esta nota, y nunca he dejado de sorprenderme con cuanta vehemencia, cinismo e incluso hipocresía y perversión, más de un profesional o funcionario público hace y dice en relación a los pibes en situación de vulnerabilidad social. Estos últimos son aquellos con los cuales el estado (ong, organismos gubernamentales, etc.) termina teniendo más responsabilidad que la propia familia de los niños,  debido a que justamente son parte de la misma situación de vulnerabilidad, ya sea como victimarios o como víctimas, y por lo tanto no pueden garantizar el cumplimiento de los derechos de niñez y adolescencia que incluso están legislados en todos los niveles de responsabilidad política, y que también atraviesan la ética profesional de aquellos que trabajan en este ámbito.
A pesar de las legislaciones, a pesar de la flamante ley provincial 13.298, y a pesar de todo lo discursivo, en lo concreto, nos seguimos cagando en los derechos de los chicos. No se habla ya de las problemáticas que los atraviesan y de cómo poder intervenir sobre ellas, sino que ahora han pasado a ser en la praxis, un “objeto”, una mercancía, un objeto de intercambio que solo tiene sentido desde una lógica de “matricula”. Las instituciones y muchos funcionarios se preocupan mas por la cantidad de chicos que asisten que por la calidad de intervención, ponen más el acento en las relaciones de amistad y política entre referentes institucionales, que en la supervisión de un correcto trabajo con ellos. Y ni hablar de las mezquindades institucionales, del clientelismo político y de la falta de autocrítica.
En este estado de situación si envías un informe meramente preguntando por la salud de una joven o un niño institucionalizado que asiste al programa donde vos trabajas, automáticamente desencadena una serie de conductas autodefensivas por parte de aquellos que se sienten interpelados, por aquellos que más allá de preocuparse por los chicos, se preocupen por mostrar un paraíso institucional hacia afuera. Así comienza el manoseo de los chicos. Nuevamente son re victimizados y sometidos a la violencia institucional, porque los hacen callar, los retan, o los amenazan para que no sean voceros y denunciantes de la falta del otro, del síntoma institucional, y de la falta de compromiso de los técnicos que deben aportar su saber y autoridad de adulto frente a todas las situaciones.
Así pasa también cuando dirigís y militas una institución dentro de un gobierno, no solo desde lo concreto cotidiano, sino también innovando prácticas, procedimientos y proyectos, y que a tu jefe de área, o porque no está formado, o porque no le interesa políticamente, o porque no está de acuerdo con tu identidad política,  no te brinde el apoyo mínimo y necesario, como así los recursos necesarios para continuar el trabajo por el simple hecho de tener diferencias con vos.  Una pelotudes basada en la mezquindad política. En este caso en particular, el tiempo solo se ha encargado en demostrar cual era la visión institucional que más se centraba en los chicos.
Otro es el caso en donde un pibe es expulsado de una comunidad terapéutica por el director de la misma, debido a que simplemente “se portaba mal”. Es decir, sin ningún fundamento serio, ya que justamente el reto institucional debiera ser poder trabajar con los chicos que más dificultades tienen, y no con aquellos que desde cualquier otro lado son contenidos o abrigados por otras personas. La decisión del director fue individual y no incluyo mi opinión. Un mes más tarde me entero por televisión que Diego lo mataron a sus 13 años en una villa de Ezeiza, lo cual significo mi renuncia y un fuerte aprendizaje acerca de la responsabilidad que tienen las personas a cargo de instituciones que trabajan con chicos. Muchas veces se trata de cuestiones de vida o muerte.
Hay mucha gente en los lugares incorrectos y eso me da mucha impotencia, y no sinceramente porque yo lo haría mejor, sino porque ellos deberían hacerlo lo mejor posible centrando su atención sobre los chicos.
Tal vez esto que escribo me sirva más a mí que a uds., tal vez era una necesidad de descarga o una exigencia de simbolización frente a las cosas que me pasan. Tal vez haya sido una consecuencia de la reunión de esta mañana.
O tal vez, solo tal vez sea miedo a ser cómplice de lo mismo que critique siempre… cómplice en el no hacer nada, o cómplice en el hacer porque me mandan y es mi trabajo, o cómplice porque sienta que no me queda otra… a veces me da miedo… mis valores y mi ética hacen lo que soy, y tengo miedo de ser otros… esos otros que no me caen bien…
Muchos veces estar entre los pibes, y lo político con lo técnico-profesional es estar entre la pared y dos espadas… es una tensión que no es fácil de resolver, ni de transitar… y que a muchos le queda grande…
Ese es mi reto actual, y tal vez mi responsabilidad política futura en el caso que me toque algún dia estar en un cargo público.
Con miedo, con inseguridades, con errores, con broncas, con mucha impotencia, con todo lo negativo en juego, sigo creyendo que la política honesta y responsable es la mejor herramienta de cambio social que los humanos tenemos, y que el saber técnico-profesional es la brújula que debe orientar la practica política de organizar y gestionar.
Ojala algún día nos demos cuenta que nosotros hacemos los profesionales que tenemos y nosotros creamos a los políticos que nos gobiernan… así como un alumno posibilita el rol de maestro….
Bendita sea la letra… y su poder de curar…



(Publicación sin revisar)

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