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martes, 5 de noviembre de 2013

Política, demanda y queja

La queja... esa pequeña palabra que indunda en el sentido común,  el amplio y complejo mundo de la política.

No quiere decir que los políticos no se hayan ganado su reputación,  pero muchas otras veces, la mayoria de las veces digamos,  es una queja fundada en el prejuicio, el desconocimiento o en la experiencia previa con otros actores de ese ambito. De una u otra forma no son siempre opiniones justificadas, sino mas bien producto de una percepción intuitiva o producto de opiniones ya formadas por medios de comunicación masivos.

Mas alla de toda esta cuestión, el exito politico de una persona (en el mejor de los casos)  se debe a saber captar, representar, o responder a las demandas de la mayoria de la población. Por supuesto que también nos encontramos con aquel otro que construye su lugar político desde el mero y solo marketing, pero que de todas formas responde a lo que la gente espera o demanda de esa persona.

El punto anterior nos lleva a que el político es imagen y semejanza de la población, ya que esta última legitima a travez de su voto y de su militancia conciente o inconciente, el rol o función de ese mismo político.

Entonces, ¿de que se queja el ciudadano común?

Muchas veces la queja tiene una razón real y concreta, debido a que enuncia un problema real y concreto, pero la mayoria de las veces, sobre todo en la clase media, la queja está basada en la proyección de la queja hacia si mismo.
Freud decía,  detrás de todo reproche hay un autoreproche. Si uno analiza, incluso superficialmente, el contenido de esa queja hacia el político, se dará  cuenta que tambien puede ser aplicada a la persona que enuncia. Hagan el ejercicio.
Muchos se quejan de que los políticos son corruptos y ellos mismos evaden impuestos o declaran menores ganancias que las que poseen.

Por otro lado, la queja tiene estructura histerica, y ya dicho esto vamos a diferenciarla del reclamo. El reclamo genuino, verdadero, y concreto no implica una pasividad del sujeto que lo enuncia y lo sostiene, mientras que la mera queja no sale de su propia posición de pasividad frente al problema enunciado.

El reclamo se asienta sobre la lógica del derecho y lo justo, mientras que la queja se edifica sobre la arbitrariedad individual, que a veces puede coincidir con las individualidades ajenas, pero en modo alguno crea organización social, es decir termina siendo un colectivo heterogeneo volatil como la queja misma, como fueron por ejemplo las marchas del 8N y otras similares.

La queja des-responsabiliza a su enunciador y pone el acento en el otro. Por eso es el prototipo de la histeria, cuya intervención freudiana en el caso Dora nos aparece como muy actual para nuestra sociedad y su queja hacia lo político:

"¿que tienes que ver tu en eso de lo que te quejas?"

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